sábado, 7 de enero de 2012

Media vida en 25 canciones (17)

ASTURIAS

Víctor Manuel es uno de los nombres fundamentales de una generación de cantautores que alumbraron lo mejor de su obra, salpicados por el agua más o menos turbia de ese río revuelto en el que acabó convirtiéndose la “transición española”. Aunque siempre me ha parecido mejor compositor que cantante, no seré yo quien le discuta la vocación de ponerle voz propia a sus emociones. Me consta que empezó en esto de la música casi a la misma edad en que lo había hecho Joselito, diez años antes, y en el mismo género de aquella canción española masculina donde reinaba sin discusión la prodigiosa voz de Antonio Molina.

A Víctor Manuel le escuché en directo por primera vez en las Fiestas de Begoña en Gijón, en Agosto de 1970, durante un recital que dio en los ya desaparecidos Jardines del Piles, frente a la Playa de San Lorenzo. Allí estrenó la canción María Coraje, dedicada a esa mujer asturiana universal, paridora de mineros con la marca de la muerte grabada en la frente desde su nacimiento. Después le he visto muchas veces en conciertos e, incluso, coincidimos en alguna que otra reunión, antaño, cuando ambos militábamos en la misma Agrupación de Arte y Cultura de un partido de izquierdas del que apenas quedan ya los escombros. Sigo pensando que es de justicia reconocerle a Víctor Manuel el mérito de habernos dejado una docena de obras maestras de la canción de autor en la España del último tercio del siglo XX. Desde El cura de aldea y El tren de madera hasta El cobarde y La planta 14, pasando por El abuelo Víctor, La madre y Luna, su trayectoria artística me parece ejemplar. Que compusiera y grabara, antes de ser veinteañero, una elegía al general Franco con el título de Ese hombre puede que añada morbo al juego de las contradicciones personales y al famoso “todos tenemos un pasado” pero que levante la mano quien se atreva a tirar la primera piedra en este sentido. Nada de aquello invalida su enorme mérito artístico. De la misma manera, el hecho de que haya compuesto tres o cuatro de las mejores canciones de amor que conozco Quiero abrazarte tanto, Sólo pienso en ti, Ay, amor y No sé por qué te quierotampoco le libra de cierta responsabilidad ética por sus torpes apoyos al pensamiento único de las recientes izquierdas españolas tan radicales en la forma como reaccionarias en el fondo o por su simpatía con algunos de los miembros más significados de la corrupta cúpula directiva de la SGAE, recientemente caída en desgracia judicial.

El caso es que un día lejano de aquellos años sesenta del siglo pasado Víctor Manuel se topó con un poema tan terrible como hermoso de Pedro Garfías dedicado a Asturias y de ese encuentro nació la que es, a mi juicio, su mejor canción. Que un poeta español, nacido en Salamanca y criado en Andalucía, haya realizado la más grande declaración de amor escrita a esa tierra asturiana, dura y bellísima y en la que a mí me gustaría vivir la mayor parte del año─, es uno de esos misterios que siempre acaban conjugando al alimón el talento de los artistas y la grandeza del lenguaje literario. Asturias era una canción recurrente en las actuaciones en directo de Víctor Manuel durante los primeros años setenta pero no la grabó hasta 1976 porque el cantante se negó a suprimir un par de versos, tal como le exigía la censura para autorizar su edición en disco.

Curiosamente, Pedro Garfias, el hombre que puso letra sin saberlo a esa canción acabó muriendo solo, en mitad de la tierra, tal como dicen los últimos versos de Asturias, igual que una premonición. Porque ese magnífico poeta tan injustamente olvidado de todos que fue Garfias, falleció en mitad de su exilio mexicano al que se viera empujado al acabar la Guerra Civil. Murió pobre, solo y alcoholizado, alimentándose de penas sueltas y de aquella prodigiosa memoria que le permitía recitar sus versos que calaban hasta los huesos. Lo peor de todo es que este gran poeta perteneciente al movimiento ultraísta aún sigue muriendo cada día que pasa, mientras le caen encima como paletadas de tierra sobre su fosanuestros golpes de silencio y desmemoria.




ASTURIAS

Asturias, si yo pudiera,
si yo supiera cantarte...
Asturias verde de montes
y negra de minerales.
Yo soy un hombre del Sur
polvo, sol, fatiga y hambre,
hambre de pan y horizontes...
¡Hambre!
Bajo la piel resecada
ríos sólidos de sangre
y el corazón asfixiado
sin venas para aliviarte.
Los ojos ciegos, los ojos
ciegos de tanto mirarte
sin verte, Asturias lejana,
hija de mi misma madre.
Dos veces, dos, has tenido
ocasion para jugarte
la vida en una partida,
y las dos te la jugaste.
¿Quién derribará ese árbol
de Asturias, ya sin ramaje,
desnudo, seco, clavado
con su raíz entrañable
que corre por toda España
crispándonos de coraje?
Mirad, obreros del mundo
su silueta recortarse
contra este cielo impasible
vertical, inquebrantable,
firme sobre roca firme,
herida viva de su carne.
Millones de puños gritan
su cólera por los aires,
millones de corazones
golpean contra sus cárceles.
Prepara tu salto último
lívida muerte cobarde,
prepara tu último salto
que Asturias está aguardándote
sola en mitad de la Tierra,
hija de mi misma madre;
sola en mitad de la Tierra,
hija de mi misma madre;
sola en mitad de la Tierra,
hija de mi misma madre.


Prácticamente, nadie más se ha atrevido a grabar otra versión del Asturias de Víctor Manuel, no sé si porque suena tan “suya” que cantarla con una voz diferente parecería algo así como entrar en una casa ajena sin permiso del dueño. Quién sí ha hecho varias versiones de esta canción es el propio artista, muy diferentes entre sí. Aún sigue pareciéndome la mejor aquella que grabó por primera vez, con el acompañamiento de una guitarra española a cuyos acordes se acaban incorporando con fuerza los arreglos orquestales, y en medio del doliente y encendido tono de petenera flamenca con el que fue compuesta. Cada vez que la oigo y han sido cientos de veces me pone la carne de gallina. A mí, que también soy un hombre casi del sur con la suerte de que la vida y el tiempo me han hecho asturiano-consorte desde hace cuarenta años, me parece que Asturias de Víctor Manuel y Pedro Garfias es una de las más bellas canciones de amor a esa tierra que se han escrito nunca.

Sergio Coello

1 comentario:

  1. Yo, también opino que Víctor Manuel es mas compositor que cantante, pero cuando le oigo cantar "El abuelo Víctor" o "La madre", siento una gran emoción.

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