domingo, 10 de junio de 2012

Media vida en 25 canciones (23)

       Creo haberlo escrito en alguna otra ocasión: tengo una particular debilidad por las canciones que el intérprete hace suyas, aprovechando la música para dejar claro que, personalmente, se niega a ser una parte infinitesimal más de esa masa sin forma ni fondo que crece como por contagio, igual que las epidemias. Podría citar la ranchera Pero sigo siendo el rey de José Alfredo Jiménez, Los ejes de mi carreta de Atahualpa Yupanqui,  Je ne regrette rien de Edith Piaf o Gracias a la vida de Violeta Parra, entre otras. En fin, esas canciones que antes de que la palabra se prostituyera, se las conocía como con mucha personalidad. My way, de Frank Sinatra, es una de ellas y, a veces, pienso que la mejor de todas. Naturalmente, se trata de una opinión personal, discutible que se queda exclusivamente para mí.

       My Way (A mi manera o A mi modo) fue una adaptación al inglés que hizo el veterano cantante y compositor Paul Anka de un tema francés anterior llamado Comme d'habitude (Como acostumbro), y cuyos autores son Jacques Revaux y Claude François. En realidad, de la versión original Anka sólo se decidió a conservar la música, puesto que la nueva letra no tenía nada que ver con la original. El primero en interpretar esta “recreación” fue el propio Frank Sinatra al final de los sesenta y gracias a su voz inmortal My way se convirtió en la canción más emblemática y madura de este espléndido actor y mejor cantante.

   My way venía a ser una especie de repaso sereno a la “complicada” trayectoria vital del propio Sinatra, por más que el paso del tiempo la haya acabado transformando en un símbolo universal de ese viaje de vuelta que todo hombre emprende después de llegar, más o menos entero, a la tercera mitad de su vida. Ya se sabe, cuando de uno empieza a estar bastante más lejos la juventud que la muerte y no está mal eso de echar el penúltimo aliento poético dando un repaso a nuestra vida. Con calma y sin arrepentimientos ni exhibiciones. My way es apta, únicamente, para hombres y mujeres que no dependan del permiso de otros para crecer. Gente, ya digo, que hace lo que siente y dice lo que piensa.

       La editorial Warner Chappell afirma que se trata de la canción más radiada en las ondas de la historia de la música y la que más versiones tiene. Lástima que esto último se diga de otra media docena más. El último servicio público que ha prestado My way reafirma perfectamente esa universalidad, puesto que se la ha incluido en una campaña publicitaria del medicamento Viagra. En el anuncio, un coro de caballeros muy maduros de los que ya empiezan a necesitar ayuda para levantar “su moral de siempre” entona My way a pleno pulmón.



        Francis Albert Sinatra nació en un barrio de clase media-baja de la ciudad de Hoboken, Nueva Jersey, el 12 de diciembre de 1915. Su familia era inmigrante italiana y la madre de Sinatra, Natalie Della Agravante, que llegó a ser portavoz de distrito del  Partido Demócrata trabajó como comadrona. De hecho, en más de una ocasión estuvo en la cárcel por practicar abortos, que eran ilegales entonces. El padre de Frank, siciliano, fue propietario de una taberna a la que únicamente atendía por la noche porque de día trabajaba como bombero. Su hijo, el gran Frank Sinatra, después de una vida de brillantísimo vértigo murió en Los Ángeles, el 14 de mayo de 1998, a los 82 años y a consecuencia de un ataque al corazón. Todavía hoy, cualquiera que tenga una cierta edad y no se haya convertido en un trozo de carne con ojos sin memoria sabe perfectamente lo que ha significado Sinatra en el cine y en la música. Se le apodó La Voz por habernos dejado en herencia un impagable legado canónico en todo lo que se refiere a la interpretación vocal masculina de la música moderna. Especialmente, por el soberbio timbre de su voz, la cuidada precisión en el fraseo y el excelente dominio del control de la respiración mientras cantaba.

   Su repertorio empezó basándose en canciones de los dos más grandes compositores estadounidenses de la época Cole Porter y George Gershwin pero luego evolucionó desde su primerizo estilo de inspiración jazzística  hasta la mejor música pop del último tercio del siglo XX. Como Bing Crosby y Ella Fitzgerald, tenía una garganta incompatible con las actuales reglas de juego de la canción popular. Entre otras cosas porque en la actualidad la primera ley vigente dice que cuanto más desafines y peor cantes, mejor valorado estarás por las productoras discográficas y por buena parte del público.           



MY WAY
AND NOW, THE END IS HERE,
AND SO I FACE THE FINAL CURTAIN.
MY FRIEND, I´LL SAY IT CLEAR,
I´LL STATE MY CASE, OF WHICH I´M CERTAIN.
I´VE LIVED A LIFE THAT´S FUL …


 …AND MAY I SAY, NOT IN A SHY WAY,
´OH, NO, OH, NO, NOT ME, I DID IT MY WAY´.
FOR WHAT IS A MAN, WHAT HAS HE GOT?
IF NOT HIMSELF, THEN HE HAS NAUGHT.
TO SAY THE THINGS HE TRULY FEELS
AND NOT THE WORDS OF ONE WHO KNEELS.
THE RECORD SHOWS I TOOK THE BLOWS
AND DID IT MY WAY.
YES, IT WAS MY WAY.     


A MI MANERA 
Y AHORA, EL FINAL ESTÁ AQUÍ,
Y ENTONCES ME ENFRENTO AL TELÓN FINAL.
 AMIGO MÍO, LO DIRÉ SIN RODEOS,
HABLARÉ DE MI CASO, DEL QUE ESTOY SEGURO.
HE VIVIDO UNA VIDA PLENA…


… Y PERMÍTANME DECIR, SIN COMPLEJOS,
´OH, NO, OH, NO, A MÍ NO, 
YO SÍ; LO HICE A MI MANERA´.
PUES ¿QUE ES UN HOMBRE? ¿QUÉ ES LO QUE HA CONSEGUIDO?
SI NO ES A SÍ MISMO, NO TIENE NADA.
DECIR LAS COSAS QUE REALMENTE SIENTE
Y NO LAS PALABRAS DE ALGUIEN QUE SE ARRODILLA.
MI HISTORIA PRUEBA QUE ASUMÍ LOS GOLPES
Y LO HICE A MI MANERA.

       El álbum que contenía esta canción fue publicado en 1969 pero también incluía algunas otras joyas de la música contemporánea como La señora Robinson de Simon y Garfunkel, Yesterday de The Beatles y Et Maintenant de Gilbert Becaud.

         No hay artista de vida tormentosa que no haya hecho suya la canción My way. Nina Simone y Elvis Presley fueron los primeros pero detrás vinieron otros muchos en legión. Existen todas las versiones imaginables; desde las corales a las instrumentales, del jazz al country pasando por el flamenco, y hasta en serio y en broma. No resulta fácil elegir entre las casi infinitas My way que existen. La versión de “su segundo padre” Paul Anka, junto a la de Elvis Prestley y la de los “tres tenores” Pavarotti, Carreras y Plácido Domingo son aportaciones “clásicas” irreprochables. Las de Nina Simone, Aretha Franklin y Shirley Bassie rinden tributo al magnífico estilo blues y soul de su raza.  Las de los Sex Pistols y Nina Hagen discurren por la senda gamberra y agresiva de los punkies de lujo. Tampoco está nada mal una de las más recientes que he oído: la del cantante inglés de moda Robbie Williams.

    Claro que comparar cualquiera de ellas con la de aquel tipo de ojos azules como el cobalto sería algo así como comparar un puñado de bisutería con una mina de oro.

 Sergio Coello