domingo, 27 de febrero de 2011

Media vida en 25 canciones (4)

CABALLO VIEJO


La buena salud sexual de los abueletes ha tenido, desde siempre, muy mala prensa pero las “lolitas” han inspirado desde antiguo a no pocos artistas geniales. Desde el creador del propio síndrome, el gran escritor ruso Vladimir Nabokov ─autor de la inmortal novela llevada al cine magistralmente por Stanley Kubrick─ hasta el mismo Gabriel García Márquez con su Memoria de mis putas tristes. Raras veces la figura del viejo enamorado de una jovencita produce comprensión o piedad. La del cuarentón Antonio Machado ─loco de pasión por Leonor de 15 años─ quizá sea una de las pocas excepciones y eso es gracias a que don Antonio era poeta y republicano, lo que le ha permitido ascender hasta el olimpo de los“maduritos interesantes” en lugar de quedarse en el sótano de los “cebolletas”.

Caballo Viejo, el clásico tema hispanoamericano, fue interpretado originalmente por Simón Díaz, uno de los más famosos cantantes de Venezuela. La canción aparecía por primera vez en el álbum que grabó en 1980, en una interpretación muy “folk”, que luego se ha acabado transformando en un tema “clásico”. Posiblemente, el más famoso e importante de Venezuela junto a la conocidísima Alma llanera.

Caballo viejo figura en el repertorio de tantos artistas y conjuntos musicales que las malas lenguas hablan de trescientas versiones. Para quien quiera oírlas, ahí van unas cuantas: la de la cubanísima Celia Cruz, ─¡azúuuuucar!─ y la del relamido José Luis Rodríguez El Puma; la mucho más salsera del cantautor Rubén Blades y la del guitarrista de blues Ry Cooder. Plácido Domingo la entonó con su habitual y fantástico derroche de voz y José Feliciano la hizo trizas en otra versión muy discutida. Incluso he escuchado ─con más curiosidad que admiración, dicho sea de paso─ una cantada en árabe por Nabil Mora. La más conocida en España quizá sea la de los Gipsy Kings ─a ritmo de rumba─, grabada con el título de Bamboleo; no pasará a la Historia pero fue la que versionó después Julio Iglesias, a su manera.




En uno de los videos que circulan por Youtube puede contemplarse una espléndida versión de Raphael, cuando era un poco más joven. Gracias a un poncho verde y a su histrionismo genial, el Caballo viejo de Raphael aclara perfectamente por qué este artista sigue siendo un ejemplo para algunos cantantes españoles actuales de fuerte personalidad, como Enrique Bunbury o Javier Corcobado.

Sobre la autoría de la letra de Caballo Viejo existió una gran polémica, aunque hoy se da por sentado que fue escrita por el poeta venezolano Ángel Eduardo Acevedo (foto de arriba). La melodía, sin embargo, se parece demasiado a otra anterior, "Caballo que no Galopa", de Horacio Guaraní.

Mi versión preferida de Caballo viejo es, por supuesto, la de Maria Dolores Pradera; que esa letra gana mucho en la voz de una mujer madura. Es como darle la vuelta al asunto. La noche que se la escuché cantar en directo me fui luego a casa con un par de convicciones: que antes del concierto esa señora tan elegante había tenido un encuentro amistoso con un par de copas de ron y que jamás volvería a escuchar un lamento crepuscular tan perfecto como el suyo.

Cuando el amor llega así, de esta manera,
uno no se da ni cuenta;
el carutal reverdece, el guamachito florece
y la soga se revienta.
Cuando el amor llega así, de esta manera,
uno no tiene la culpa;
quererse no tiene horario ni fecha en el calendario
cuando las ganas se juntan.

Caballo le dan sabana porque está viejo y cansao
pero no se dan ni cuenta que un corazón amarrao
cuando le sueltan las riendas es caballo desbocao.
Y si una yegua alazana caballo viejo se encuentra
el pecho se le desgarra y no le hace caso a falseta
y no le obedece al freno ni lo paran falsas riendas.

Caballo le dan sabana y tiene el tiempo contao
y se va por la mañana con su pasito apurao
a verse con su potranca que lo tiene embarbascao.
El potro da tiempo al tiempo porque le sobra la edad,
caballo viejo no puede perder la flor que le dan
porque después de esta vida no hay otra oportunidad.

Todo en esta historia de amor tardío y desesperado para huir de la muerte remite a la Lolita de Nabokov, pero eso es sólo ficción. También nos recuerda a esa realidad palpable de los cincuentones que tiran por la borda mujer, hijos y trabajo seguro para correr tras una chica con la edad de su hija porque ella les ha devuelto las ilusiones perdidas a cambio de quitarles de encima kilos, fracasos y complejos. Tipos más que maduros que se ven empujados a reencontrarse con aquellos años de cuatro primaveras, cuando la propia cama era un campo de batalla entre la vigilia y el amor y en todo había misterio. Tiempos, ya digo, que jamás volverán con las oscuras golondrinas. Y en los que todo estaba por hacer porque las palabras “cansancio” y “desengaño” no venían en el diccionario.

1 comentario:

  1. Interesante comentario de una preciosa canción venezolana, conocidísima y versionada, incluso por Julio Iglesias (la menos acertada, a mi juicio).
    Si tuviera que escoger, me quedo con la de Raphael. Tuve la inmensa suerte de verlo en concierto, en los 80's y transmutarse en el protagonista de esa canción. Extraordinario, como siempre. Aunque hasta la fecha no ha incluído esta canción en ninguno de sus discos.
    Ojalá volviera a incluirla nuevamente en sus recitales.

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